Estoy solo. Es inevitable y no lo puedo controlar. Necesito una mujer cerca y satisfacer mi sucia mente solo con ella. Sí, ella es la elegida. A esa fémina es a la que quiero. Lamentablemente, tendré que asesinarla. ¿Por qué? Porque la amo y la odio al mismo tiempo. Sí, lo sé. Soy ambiguo y me detesto a mí mismo por serlo. Prendo la televisión y ahí está. No entiendo cómo puedo encontrarla mirándome, fijamente, como si viera de frente a un espejo. Siento miedo. La mujer sale del televisor y se me acerca.